El litoral se define como el borde de un continente o isla y se ve representado en diversas formas: acantilados, playas de arena, roqueríos, etc.
En este artículo hablaremos de los litorales rocosos de Chile, lugares accidentados llenos de grandes rocas (de ahí su nombre) lo que permite a la flora y fauna marina fijarse a ellas o sobrevivir en los pozones que se forman entre las rocas durante la marea baja.
Roquerío en El Tabo. En este lugar, que a simple vista parece desprovisto de vida, se escondía una biodiversidad insospechada: cangrejos, peces, babosas de mar, etc(foto de Juan Pablo Salgado)
Caracoles, potos de mar y otras criaturas llevan su vida en estos lugares: hierbas, herbívoros y predadores tienen su Serengueti en miniatura en cada poza (foto de Bernardo Segura)
Los roqueríos forman distintos microhábitats a simple vista muy similares entre sí pero en los cuales se encuentran diferentes especies: están las "playas de bolones" que en vez de arena tienen piedras donde suelen encontrarse distintos cangrejos de pequeño tamaño aunque de vez en cuándo aparecen algunos relativamente grande, casi siempre del género
Petrolisthes. Estos cangrejos llaman mucho la atención por sus extremidades con grandes pinzas que parecen desproporcionadas en comparación con su cuerpo y al acercarlas a su cuerpo encajan de tal manera que el animal parece una piedra.
Cangrejo Petrolisthes sp. que, con su forma y tamaño, pasa desapercibido y se camufla entre los choritos maicos a su alrededor (foto de Bernardo Segura).
Aquí podemos encontrar diversos animales, sobre todo invertebrados, de toda clase y colores. Por nombrar algunos están depredadores como el loco (
Concholepas concholepas) o el sol de mar (
Heliaster heliantus). El primero es un molusco gasterópodo (pariente de caracoles y babosas) muy apetecido en gastronomía por lo cuál ha sido extraído intensamente para fines alimenticios que sus poblaciones se han visto diezmadas y no es usual encontrar grandes locos; el segundo es una estrella de mar que llama mucho la atención por su gran tamaño (unos 30 cm de diámetro) y sus numerosas patas (entre 25 y 42) además de las espinas pequeñas que cubren su cuerpo y que no causan daño.
Loco visto desde abajo. Se puede apreciar el "pie" de este gasterópodo pariente lejano del caracol de jardín (foto de Daniel Hinojosa)
Sol de mar volteado para apreciar los cientos de diminutos tentáculos sensibles de este equinodermo, que le confieren la capacidad de desplazarse y abrir las conchas de los bivalvos que come (foto de Daniel Hinojosa).
Entre las grandes rocas se suelen formar pozas que pueden ser pequeñas y unidas entre si o algunas relativamente grandes, de un par de metros cuadrados. En estos lugares podemos encontrar diferentes invertebrados como chitones (Polyplacophora), caracoles de todo tipo, jaibas y potos de mar, que son anémonas de distintos colores: verde, blancos o rojos. También vive en estas pozas el cangrejo ermitaño, el cual siempre lleva consigo una concha de caracol que encuentra y en la cuál se aloja para protegerse de los depredadores. Incluso aquí podemos encontrar peces como los pejesapos o la borrachilla. El primeros son peces de la familia Gobiesocidae que poseen una ventosa para adherirse a las rocas; la borrachilla (
Scartichthys sp.) es un pez no comestible que habita entre las rocas y en ocasiones tiene una madriguera en ellas desde donde asoma la cabeza de vez en cuando. Una rareza es el cangrejo decorador que fija elementos de su entorno a los ganchos de su caparazón para así camuflarse. Las pozas de agua poseen una gama muy variada de criaturas, mas de lo que aparentan.
Cangrejo ermitaño de la especie Pagurus edwarsi (foto de Bernardo Segura)
Borrachilla o Tomoyo (Scartichthys sp.), un pez que suele encontrarse en las pozas de los litorales rocosos. Existen varias especies de borrachillas en nuestras costas, como la especie Scartichthys variolatus que habita en el Archipiélago Juan Fernández (foto de Juan Pablo Salgado).
Estas pozas son llamadas "intermareales" pues se forman con la marea baja. Esto crea problemas para sus habitantes pues al no ser profundas están mas expuestas al calor del sol y a la evaporación y por consiguiente a una mayor salinidad de sus aguas. Aquellos animales y algas sésiles (que están fijos a un sustrato como la roca) que quedan expuestos al Sol al bajar la marea deben impedir la pérdida de agua y que el sol no los cocine. Algunos moluscos se encierran en sus conchas y evitan la desecación como es el caso del chorito maico
(Perumytilus purpuratus), pequeño marisco comestible.
Gusano poliqueto, pariente lejano de la lombriz de tierra (foto de Bernardo Segura)
Picorocos Jelhius cirratus, una especie que se ve sometida a la exposición al Sol y la desecación durante la marea baja al ser un organizmo sesil, es decir, que estña fijo al sustrato. En otros países los picorocos reciben el nombre de percebes (foto de Bernardo Segura).
Los roqueríos tienen importancia también para el hombre: durante miles de años los seres humanos alrededor del mundo recurrían a ellos para cosechar toda clase de productos del mar: algas comestibles, mariscos de todo tipo y peces. Muchos son conocidos, como las jaibas (cangrejos grandes) o el loco, pero también los chitones, los choritos maicos, cefalópodos como la sepia o el pejesapo
Sicyases sanguineus, anguilas y caracoles. Durante mucho tiempo esta extracción fue sustentable debido, entre otras cosas, a la baja población humana, pero con el aumento de la población y del turismo ha habido casos de sobreexplotación de los recursos pesqueros. Un ejemplo conocido es el del loco y otro mucho menos es el del caracol pure (
Cypraea caputdraconis).
Como ya es recurrente, les dejo como mensaje final el de hacernos conscientes de los distintos recursos que extraemos de nuestro medio. Es nuestro deber como chilenos velar por los recursos de Chile, en este caso en particular, los productos del litoral. Seamos sabios y así nuestros nietos y bisnietos podrán saber lo que es un chiton, un choro zapato o un pure.
Pure (foto de la web www.ucmp.berkeley.edu
foto de Juan Pablo Salgado