domingo, 6 de mayo de 2018

Agroecosistemas en Chile


Mosaico de campos y bosques en Chiloé (foto de Benito Rosende).

Los ecosistemas con aquellos espacios en los que interactúa la materia viva y no viva, habiendo también un intercambio de energía. Esto se da en bosques, arrecifes de coral, en las montañas y en todos los parajes naturales que se pueda pensar en nuestro planeta, pero también en lugares donde el ser humano tiene una gran influencia: ciudades, plantaciones forestales, en cultivos agrícolas, etc. En estos últimos se habla de agroecosistemas, y el ser humano los moldea casi por completo al labrar la tierra, aplicar fertilizantes, introducir fauna como el ganado y ordenar el territorio para destinar porciones de él a la producción de hortalizas, frutales, etc.

Papilios negros (Battus polydamas archidamas) visitando flores de algún carozo (Prunus sp.) (foto de Pedro Vargas).

Durante gran parte de su historia la agricultura fue de subsistencia. Desarrollada de manera paralela en diferentes partes del mundo, muchos pueblos indígenas crearon su propia forma de hacer agricultura por sí mismos o intercambiando conocimientos con otras comunidades. Se desarrollaron distintas técnicas como los policultivos, que consistía en mezclar diferentes especies vegetales en combinaciones que permitieran aumentar la producción de alimentos tanto maximizando la eficiencia del espacio utilizado como aprovechando que una especie pudiera espantar las plagas de la otra o atraer polinizadores, entre otras cosas. Un ejemplo desarrollado en América (incluido Chile) es la milpa, un cultivo de choclo (Zea mays), porotos (Phaseolus vulgaris) y calabaza (Cucurbita sp.), donde el poroto crece trepando por la caña del choclo al tiempo que la calabaza ejerce de cubresuelos y previene la aparición de malas hierbas.


Porotos de variedades poco conocidas, muy probablemente de origen chileno (fotos de Paula Soto Paredes).

Otra técnica para desarrollar agricultura fueron los cultivos en terrazas, que consisten en habilitar las laderas de cerros para la agricultura de modo que no haya riesgo de erosión del terreno al encontrarse en pendiente. Esto lo lograron en distintos lugares, como el norte de Chile, modificando los cerros para formar terrazas a modo de escalera en sus laderas. Los distintos pueblos indígenas en el norte del país desarrollaron estos cultivos en las pocas quebradas con agua disponible en el desierto. Trabajando temporada tras temporada en estos terrenos, los abonaban con sus rastrojos de siembras anteriores de tal modo que crearon suelos más fértiles que los de terrenos alrededor. Estos suelos creados por el ser humano son conocidos como antroposuelos. En el desértico norte estos suelos enriquecidos permitieron seguramente la colonización de plantas más delicadas y propiciaron un mayor desarrollo en la biodiversidad que contenían. Estos agroecosistemas se mezclaban (y siguen mezclando) con los hábitats naturales del desierto y la vegetación de las quebradas. Por ejemplo el picaflor de Arica (Eulidia yarrellii) visita los campos de alfalfa (Medicago sativa) para libar el nectar de sus flores y puede anidar en los olivares, y las tarucas (Hippocamelus antisensis) visitan ocasionalmente los campos agrícolas para pastar en la precordillera del Norte Grande. En el Huasco, III Región, los campos agrícolas están surcados por canales alimentados por el río del mismo nombre donde es posible encontrar diversas especies acuáticas incluyendo al camarón de río o changallo Cryphiops caementarius. Estos tres animales se encuentran amenazados, pero buenas prácticas en estos agroecosistemas podrían quizá contribuir a su conservación.

Cultivo en terrazas en el norte (foto sacada del siguiente link: http://agriculturers.com/la-agricultura-de-los-pueblos-originarios-de-chile/)


Un video sobre la taruca de la organización sin fines de lucro Tarukari, que vela por su investigación y protección.

En el norte los agricultores cultivaban desde antes de la llegada de los españoles incluso chirimoya (Annona cherimola) o papaya (Carica papaya) y otras especies que no se dan bien más al sur. Nuestra especie introdujo plantas nuevas en entornos nuevos y muchas veces nos siguieron invertebrados que de ellos dependen: que se alimentan de sus hojas, raíces, sabia, etc. y son considerados entonces pestes, pero también de aquellos que polinizan sus flores quizá. En Norteamérica se ha descubierto que la abeja silvestre Peponapis pruinosa amplió su rango de distribución en dicho continente al seguir a los agricultores indígenas que cultivaban calabazas, pues de sus flores dependen estas abejas.

En este video se explica mejor la expansión de la abeja silvestre gracias a los cultivos de calabaza.

La mosca Archytas scutellata se considera nativa y el principal controlador  biológico de la polilla del maíz (Helicoverpa zea) y la polilla militar verdadera (Pseudoaletia adultera) que atacan el choclo. Resulta curioso ya que el maíz no lleva mas que unos pocos miles de años de domesticado, originalmente en Centroamérica y México, y llegó a estas tierras hace algunos siglos o quizá pocos miles de años, por lo que su cultivo seguramente fue lo que hizo expandirse a sus insectos hospederos y, con ellos, a la mosca Archytas scutellata quizá desde México mismo hasta Chile.

Y así como transportamos involuntariamente insectos también hemos transportado involuntariamente distintas plantas. Son las llamadas malezas, aunque la verdad es que durante mucho tiempo algunas especies han sido usadas con fines medicinales o incluso alimenticios como el diente de león (Taraxacum officinale) y la verdolaga (Portulaca oleracea), ambas exóticas. En el centro y sur del país la tala de bosques para habilitar espacio para la agricultura generó praderas artificiales donde un montón de especies herbáceas introducidas pudieron medrar como el diente de león, los cardos, tréboles (Trifolium sp.), dedal de oro (Eschscholzia californica), yuyo (Brassica campestris) y un largo etcétera, generando un nuevo hábitat para multitud de insectos que lograron adaptarse y alimentarse de sus flores, hojas, raíces, colocar en ellas sus huevos o usar estos sitios para realizar sus cortejos o para tomar el sol (los insectos voladores deben calentarse un poco para poder echar a andar sus alas). Quizá a muchos nos parezca extraño contemplar estos ambientes de origen artificial al momento de realizar conservación, pero estos lugares en otros países se estudian como refugio para entomofauna.

Pradera para el ganado en la XV Región. Los árboles que se aprecian son robles (Nothofagus obliqua) (foto de Juan Pablo Salgado).

Abejas nativas Diadasia sp. en flor de dedal de oro y Acamptopoeum submetallicum en flor de yuyo (fotos de Pedro Vargas y Orlando Montes respectivamente).

Aunque algunas de estas praderas son zonas de barbecho donde se deja la tierra "descanzar" entre un cultivo y otro, otras son destinadas a que paste el ganado. Esto ha beneficiado a algunos insectos como los escarabajos estercoleros, con varias especies nativas de Chile. En el sur del país, por ejemplo, el INIA evaluó el potencial de la especie Frickius variolosus como agente que degrada fecas de ganado bovino. En la zona central la ganadería se mantiene en un ecosistema que, de no ser por el ganado, quizá no tendría la extensión con que cuenta actualmente: el espinal. Estos son bosques compuestos principalmente por espinos (Acacia caven) y unas pocas especies nativas de árboles como el algarrobo (Prosopis chilensis) y unos pocos arbustos. El crecimiento de estos árboles permite el desarrollo de una pradera bajo ellos compuestos por multitud de especies exóticas que, sin embargo, constituyen un hábitat para diversa fauna nativa como zorros (Lycalopex sp.) o culebras de cola larga (Philodryas chamissonis) y diversas aves. En el sur del país, en cambio, lo que muchas veces se hace es dejar praderas extensas con enormes árboles aislados o en pequeños bosquetes que brindan a los animales sombra o protección frente a la lluvia. Generalmente estos árboles son aquellos que no presentan madera de buena calidad y que por ello no se tocaron al momento de deforestar para establecer la parcela.

Árboles aislados de un otrora bosque esclerofilo, ahora adehesado (foto de Benito Rosende).

Ilustración que revela la importancia de los vacunos en los agroecosistemas europeos. Quizá sería conveniente revisar sus estudios en el tema para gestionar de mejor manera el ganado en Chile, protegiendo nuestra biodiversidad (ilustración de Rewilding Europe, sacada del siguiente link: https://www.rewildingeurope.com/news/european-rewilding-network-webinar-about-large-herbivore-introduction/).

Y es que muchas veces ocurre que en los agroecosistemas se tiene un exceso de cabezas de ganado que ejerce una presión muy grande sobre la flora nativa tanto en los bosques como en las praderas eliminándolas paulatinamente y dejando espacio a herbáceas exóticas que están acostumbradas al pastar de los vacunos, caballos y otro ganado importado al continente desde el Viejo Mundo hace siglos. Estos animales favorecen su aparición también al diseminar sus semillas a través de sus excrementos o al engancharse estas a su piel y pelo. Además, sus pezuñas erosionan y compactan los suelos. En el caso de las cabras, se alimentan de hierbas y árboles jóvenes arrancando las plantas de raíz, agravando seriamente el problema de la erosión de los suelos. El ganado prehispánico criado en Chile eran las llamas (Lama glama) y las vicuñas (Vicugna pacos) que no arrancan la hierba de raíz y cuyos pies terminan en almohadillas suaves, como nuestras plantas de los pies, de modo que no erosionan el suelo como las pezuñas. Estos animales descienden del guanaco (Lama guanicoe) y la vicuña (Vicugna vicugna) respctivamente, que fueron criados por los antiguos pueblos andinos y dieron origen a sus versiones domesticas. De hecho este es el proceso por el que han pasado todos los animales y plantas domesticas, que tienen su origen en ancestros salvajes cuya reproducción fuimos controlando al cruzar aquellos que poseían características deseables.

Llama (foto sacada de www.wikipedia.org).

El ganado mal gestionado es solo uno de los problemas relacionados con la agricultura moderna. Como ya no es de subsistencia si no que la mayoría es para abastecer al comercio nacional e internacional, hoy en día la agricultura se realiza de manera muy diferente: los monocultivos son la norma, ocupando solo un puñado de las miles de variedades de cultivos que el ser humano desarrolló durante milenios. Como se usan solo unas pocas variedades, estas no están adaptadas a la heterogeneidad de paisajes (con sus respectivas restricciones ambientales) y hay que modificar el entorno para poder sacar adelante los cultivos: aplicación de pesticidas y fertilizantes industriales que generan una contaminación ambiental severa. Además está el problema del riego, muchas veces mal planificado. En Chile la situación es grave y actualmente se vive una crisis por falta de agua en las comunas de La Ligua y Petorca y se piensa que la causa son los extensos cultivos de palto (Persea americana), especie tropical que demanda mucha agua y por ende necesita un riego abundante que ha acabado con varios pozos de aguas subterráneas. La comuna de Hijuelas también se ha visto afectada por la escasez hídrica aunque en su caso se debe a que se abastece de agua del río Aconcagua, quedando en uno de sus últimos tramos del río y siendo víctima del consumo excesivo de agua por parte de las comunas ubicadas en los cursos superiores. El problema del agua, sin embargo, está en casi todo el país, y ha sido la agricultura mal hecha una de las principales culpables de la sequía y disminución del recurso hídrico al ser el rubro que mas consume agua en el país, estando por sobre la minería incluso.

La disminución en la biodiversidad producto de los venenos aplicados y la destrucción de la vegetación nativa ha causado una simplificación de los agroecosistemas por lo que ha nivel global han disminuido los insectos polinizadores de cultivos y en algunos lugares, como en algunas zonas de China, deben emplear la polinización manual de sus árboles frutales, una actividad que antes la realizaba la naturaleza gratis y era mucho mas efectiva además. En otros lugares se importan insectos polinizadores. En Chile, por ejemplo, cada año se importan miles de reinas de abejorro europeo Bombus terrestris, para polinizar diversos cultivos. Esta especie presenta un carácter invasivo ya descrito en otros países, y ha desplazado al nativo moscardón o abejorro chileno (Bombus dahlbomii) compitiendo con él por alimento, hábitat y posiblemente contagiándole enfermedades. De hecho se cree que la introducción del abejorro europeo es la principal causa del declive del abejorro chileno que se encuentra en Peligro de Extinción. Una de las razones por las que se importó este insecto es para la polinización de tomates y otras plantas cultivadas de la familia Solanaceae. Estas plantas poseen flores que solo liberan su polen (y por ende pueden polinizar) cuando un insecto las visita y vibra a determinada frecuencia, fenómeno conocido como buzz. Las abejas de miel (Apis mellifera) no realizan el buzz, los abejorros europeos sí, pero nadie estudió si el abejorro chileno podía hacerlo o no, o si algún otro polinizador nativo podía.

Abejorro chileno visitando flor de tupa (Lobelia excelsa) (foto de Pedro Vargas).

Caupolicana fulvicollis, una abeja nativa, realizando el buzz en una flor de solanácea (foto sacada de la página de Facebook "Abejas de Chile").

Los agroecosistemas podían sustentar también predadores como zorros y quiques (Galictis cuja), antaño mas abundantes en nuestros campos y que han sido cazados al robar ocasionalmente aves de corral a los campesinos. Otros animales como las culebras son muertas por ignorancia al creerse peligrosas para el ser humano. Nada mas alejado de la realidad: una culebra preferirá huir del ser humano antes que enfrentarse a él, sumado a que su veneno no es mortal  y los colmillos con los que lo inyecta están en el fondo de su quijada. Estos predadores nativos, de hecho, ayudan a los agricultores al ser eficaces controladores de plagas como los guarenes (Rattus sp.), lauchas (Mus musculus) o conejos (Oryctolagus cuniculus) que se alimentan de las cosechas: hortalizas, frutas, cereales, etc. Además los warenes y lauchas son transmisores de enfermedades. Las aves rapaces como los peucos (Parabuteo unicinctus) o las lechuzas (Tyto alba) desempeñan la misma función.

Frente a estas y otras problemáticas asociadas a la agricultura tradicional, surge la disiplina de la agroecología, que busca entender los sistemas agrícolas como agroecosistemas, de tal manera de saber como interactúan sus componentes para aprovechar sus potencialidades y mejorarlos con intervenciones menos severas. La agroecología no es lo mismo que la permacultura o los huertos biodinámicos, ya que estos últimos tienen una filosofía asociada y una manera diferentes de explicar ciertos procesos que ocurren en los agroecosistemas. La agroecología busca aplicar la ciencia a la gestión de los agroecosistemas, estudiando las asociaciones mas efectivas entre cultivos, estudiando los habitats  de los controladores biológicos de plagas de tal forma que se puedan incorporar a los cultivos, medir la producción de un determinado alimento, así como su calidad, dependiendo de las técnicas de manejo empleadas y un largo etcétera. Miguel Altieri, agrónomo egresado de la Universidad de Chile y actualmente profesor de Agroecología en la Universidad de California, es un gran expositor de este tema que lleva estudiando la agricultura con el enfoque agroecológico desde hace décadas. Muchas exposiciones suyas pueden verse en internet, las recomiendo bastante. Dentro de las cosas expuestas destaco principalmente el llamado a un cambio de mentalidad para buscar un enfoque holístico en el manejo de los cultivos y el ganado, incorporando conocimientos antiguos del campesinado e indígenas, con investigación científica, pero sobre todo considerando aquellos organismos nocivos ("plagas", "pestes") como parte del sistema, y que su erradicación por medio de pesticidas que no discriminan no está justificada, siempre que se puedan manejar y tener bajo control con métodos integrados. Esto aplica para los insectos y otros animales y para las plantas, en particular por las llamadas malezas, que al fin y al cabo pueden atraer polinizadores a nuestro cultivos o incluso tener alguna utilidad siendo comestibles, medicinales, etc.

"Agroecología y el diseño de agroecosistemas resilientes", charla de Miguel Altieri.

Otro ejemplo de agricultura que busca incorporar a la naturaleza como un elemento del agroecosistema es la estudiada por el Programa Vinos, Cambio Climático y Biodiversidad, iniciativa del Instituto de Ecología y Biodiversidad y la Universidad Austral de Chile que busca trabajar con las viñas de la zona central para determinar los beneficios que estas obtienen de la vegetación natural que rodea sus viñedos, buscando concientizarlos de los problemas ambientales que sufren sus especies y buscando mejorar las prácticas agrícolas y de gestión de lo predios para hacerlos mas amigables con los ecosistemas nativos. De esa manera se generan agroecosistemas mas resilientes al obtener beneficios de los bosques circundantes como agua de los cursos fluviales y napas subterráneas cargadas, o servicios como la polinización por parte de insectos que viven en el bosque o depredación de animales considerados nocivos como los roedores, por parte de aves rapaces y otros predadores. En su página en internet tienen disponible incluso un manual para viñedos sobre prácticas que permiten una relación mas armoniosa con su medio natural como son la restauración de ecosistemas degradados, creación de corredores biológicos, etc.

Exposición de Olga Brabosa en la séptima versión del Congreso Futuro donde habla, entre otras cosas, del Programa Vinos Cambio Climático y Biodiversidad.

Vinagrillo (Calandrinia compressa), una especie nativa que puede crecer en praderas donde pasta el ganado (fotos de Benito Rosende y Juan Pablo Salgado respectivamente).

Otro ejemplo es el proyecto GEF Protección de Corredores Biológicos de Montaña, que busca precisamente eso: proteger los cordones montañosos de la Región Metropolitana y V Región para generar corredores biológicos de flora y fauna, constituyéndolos como paisaje de conservación. Esto quiere decir que no se busca solo proteger su biodiversidad si no todo el patrimonio cultural asociado a dicha biodiversidad. Y las prácticas agrícolas son parte de nuestra cultura por lo que aquellas buenas prácticas que conserven la flora y fauna deben ser conservadas a su vez. El proyecto GEF Protección de Corredores Biológicos de Montaña se encuentra estudiando, por ejemplo, el rol de los murciélagos como controladores de plagas o de las abejas nativas como polinizadoras de cultivos.


Por último quisiera dar un ejemplo que no es nacional pero cuyos avances podrían ayudar en la buena gestión de nuestros agroecosistemas. Durante mucho tiempo la ganadería fue vista como el gran enemigo del bosque ya que los ganaderos debían talarlo para dar paso a las praderas que alimentan a sus animales. El exceso de cabezas de ganado ha llevado a la desertificación en muchos lugares del mundo (incluido Chile) pero ¿Como es que en el pasado, antes de la caza excesiva, las llanuras y bosques soportaban manadas inmensas de herbívoros sin desertificar sus territorios? Allan Savory, ecologista y y medioambientalista oriundo de Zimbabwe, propone que la forma en que manejamos el ganado es la incorrecta tanto con la sobrecarga de cabezas de ganado como el hecho de mantener los ejemplares dispersos en vez de agrupados como suelen hace los herbívoros silvestres como estretagia contra los depredadores. Esto generaría que, a medida que los animales avanzan, van "picando" el suelo con sus pezuñas e incorporando orina y excrementos, abonándolo. Su propuesta ha sido muy controvertida, pero sería muy bueno revisar su trabajo en busca de soluciones al problema de la desertificación.

Allan Savory explica su particular método de recuperación de tierras.

No hay duda de que la relación entre los citadinos y la tierra ha cambiado. Ahora compramos nuestros alimentos del supermercado y no lo cultivamos, criamos, ni cazamos como antaño en los agroecosistemas que generamos, y eso sin duda marca un quiebre en nuestra relación con el entorno: porque deja de ser una obviedad que dependemos de la tierra para comer y vivir. Lo que les quise contar en esta entrada fue solo una pincelada de todo lo que envuelven los agroecosistemas, que deben dejar de ser vistos como simples espacios productivos si no como un espacio de encuentro con la naturaleza y que, bien gestionado, puede ser una herramienta que contribuya a la conservación de nuestras maravillas naturales, flora y fauna. Los poblados en terrenos mas fértiles fueron, a lo largo del tiempo, aumentando su población hasta pasar a ser poblados a ciudades. ¿Son las ciudades puntos muertos donde la naturaleza no puede vivir? Por supuesto que no, pero les contaré de nuestros ecosistemas urbanos en otra oportunidad.